viernes, 13 de diciembre de 2024 04:25 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Los cuentos de Stphen King (III): Cine, rock

Archivado en: Cuaderno de lecturas, "Pesadillas y alucinaciones", Stephen King

imagen

            (viene del asiento del 20.11.21)

En 1973, en El cine, mi queridísima enciclopedia sobre la gran pantalla de la editorial Buru Lan -la primera obra sobre el tema que leí, atesoré y convertí en uno de mis textos canónicos- se decía que los dos novelistas más adaptados por los cineastas eran Julio Verne y Edgar Rice Burroughs. Si esas palabras se escribieran hoy, no hay duda de que Stephen King encabezaría la nómina de los favoritos de los realizadores. En gran medida, como él mismo recuerda, el maestro de Maine se convirtió en uno de los escritores más leídos de los últimos años desde que Brian De Palma adaptó al cine Carrie en 1976. Desde entonces hasta ahora, raro ha sido el año que no ha llegado a la pantalla más de una adaptación de King. Únicamente de este Pesadillas y alucinaciones, cuya lectura me ocupa en estas semanas y tiendo a dilatar por lo grata que me resulta, hay varias. Así, El aviador nocturno (Mark Pavia, 1997) está basada en El piloto nocturno e incluso hay una miniserie. Titulada como el libro, Pesadillas y alucinaciones, en ella se versionan ocho de los relatos aquí reunidos.          Naturalmente, ante tamaña profusión de adaptaciones, no es oro todo lo que reluce. Las mejores, no cabe duda, son El resplandor (Staley Kubrick, 1980) y La zona muerta (David Cronenberg, 1983). Pero La ventana secreta (David Koepp, 2004) es una obra fallida porque no responde a las expectativas que ella misma despierta. Hay algo que se atropella cuando John Shooter (John Turturro, el tipo que acosa a Mort Rainey (Johnny Deep) por haberle robado uno de sus relatos, resulta ser una invención del propio Rainey, quien poseído por su elucubración ha cometido todos los crímenes que, se nos ha hecho creer, han sido obra de Shooter. Una de las constantes que registro en la obra de King es la de hacer materia literaria de diversos aspectos de su actividad profesional como escritor.

            No sé si El dedo móvil, la novena pieza de las incluidas en Pesadillas y alucinaciones ha sido objeto de alguna adaptación. Pero de ser así, espero que haya merecido una mejor resolución que La ventana secreta. Su protagonista es Howard Mitla, un tipo encantador al que le ha ocurrido una cosa terrible, como él mismo acabará dando a entender al agente O'Bannion, cuando el policía se presente en su casa, para detenerle, al acabar su historia. Ésta es la siguiente:

            Mientras mira una entrega de Jeopardy, cierto concurso que se está emitiendo en la televisión -cuyas alusiones trufarán todo el relato hasta ese comentario último de su protagonista-, Mitla escucha un extraño chirrido en el baño de su casa. Al principio cree que se trata de un ratón o una rata. Pero resulta ser un dedo humano que asoma por el desagüe del lavabo. Si asocio esta propuesta argumental a La ventana secreta es debido a que dicho dedo -que particularmente imagino un índice acusador- también tiene trazas de no ser más que una figuración de Mitla. Sin ir más lejos, su esposa lo encuentra todo normal cuando entra a hacer uso del inodoro.

            King construye el relato en base a los problemas que le plantea al protagonista su obsesión y el primero de ellos es ir a evacuar. Lo resuelve bajando a comprar una Pepsi para poder orinar contra el muro del edificio donde está su casa caliente y confortable. Sus problemas no han hecho más que empezar. Al día siguiente, Howard Mitla no va a trabajar, se queda en su casa donde comienza a librar una batalla con el dedo, que va ganando en tamaño y cada vez asoma más por el sumidero. Imaginario o no, la lucha que entabla con él le lleva a rociar a su singular enemigo con un desatascador. Como tampoco así es capaz de acabar con él, se vale de una podadora. Es inútil, pero la toxicidad del producto hace vomitar a Mitla, que incluso llega a desmayarse.

            Imaginario o no, la batalla que está librando contra su enemigo comienza a molestar a Feeney, un "borracho irlandés gordo y ruidoso", un vecino con quien nuestro protagonista mantiene una antigua rivalidad. Feeney amenaza con llamar a la policía y acaba haciéndolo. Cuando finalmente O'Bannion entra en escena, la realidad ha vuelto a caer de pronto sobre el piso. Todo parece indicar -según sugiere el irlandés al agente- que Mitla ha matado a su mujer, porque tenía ocupado el baño mientras él quería entrar, y ha intentado disolver su cadáver con desatascador y tirarlo por el retrete. Por eso el policía encuentra una mano.

***

            Las zapatillas nos habla de un fantasma, pero también de la afición al rock del maestro de Maine. John Tell, su protagonista, es un tipo empleado en unos estudios de grabación, los Tabori, toda una institución en los primeros tiempos del rock & roll y el Rhythm & Blues. Esto da pie al autor a hacernos un primer repaso a sus músicos y bandas favoritas. Aquí se alude a Clapton, Lennon y Al Cooper, de Don McLean y de The Who. Cuando le conocemos, Tell está ayudando a un tal F. Jannings a mezclar un disco de un grupo de heavy metal -música que a King parece gustarle tan poco como Donald Trump, a quien, ya a comienzos de los años 90, el escritor ya se refería en tono jocoso (pág. 293)- y su jefe le propone volver a trabajar con él en un álbum de Roger Daltry.

            Con ese telón de fondo, siempre que Tell va al servicio de caballeros del tercer piso -los baños son a King casi lo que las criptas góticas a los autores románticos-, en ese espacio al aire, que queda entre el final de la puerta y el suelo en estos sitios, en la de la primera cabina para ser exactos, ve unas zapatillas que conocieron tiempos mejores.

             Cuando se habla de la "Ciudad de la Música", creí que estábamos en Nashville. Pero, andando en el cuento, se hace referencia a una autopsia, concerniente a su misterio, llevada a cabo en Pennsylvania. Sea donde fuere, las zapatillas deportivas son allí un calzado tan frecuente que Tell no da más importancia al asunto. Hasta que vuelve a ver las zapatillas en el mismo sitio y advierte que de la cabina salen moscas.

            Sí señor, se trata de un fantasma, el de un camello de cocaína que comienza a aparecérsele en sueños. Será el propio espectro quién cuante su historia a nuestro hombre. El fantasma era el distribuidor de coca en los estudios. Para no perder el maletín donde llevaba su preciada mercancía, lo sujetaba su muñeca mediante unas esposas. El final del camello coincidió con una época en que Jannings estaba tan colgado con el polvo que le debía ocho mil dólares en coca. De modo que un día, en que el jefe de Tell abrió la puerta de la cabina y se encontró a su acreedor sentado en el trono, le clavó un lápiz que llevaba encima en un ojo y le dio muerte. Volvió a cerrar la puerta y regresó al cabo de un rato con una sierra y le serró la mano.

            Nunca le culpó nadie de ello. Días después, Jannings se fue a una clínica de desintoxicación. Tras la cura oportuna regresó limpio y no volvió a probar la droga. La historia le es contada a Tell por el propio camello, cuya alma en pena -como en los cuentos de fantasmas clásicos-vaga por el lugar donde ha sido asesinado. Si decide contársela a Tell es porque nuestro protagonista empieza a tener problemas con su jefe, el mezclador asesino, después de que Jannings le haya confesado que es homosexual insinuándosele. Sólo por ese detalle, si esta historia apareciese hoy, seguro que su autor sería condenado por los grupos de presión del colectivo gay.

***

            Cumple reconocer que, titulando, al menos aquí, King no es tan bueno como escribiendo el contenido que hay tras el título. Puede que ¿Sabes? Tienen un grupo de la leche sea el peor título de todos los aquí reunidos. Y eso que ninguno es bueno. Pero en un cuento, lo importante es el final, no el título.

            Los protagonistas de este segundo ejemplo del amor al rock del escritor son un matrimonio. Se pierden en una carretera solitaria e inquietante por la cabezonería de Clark, quien quiere seguir hacia delante, aunque Mary, su esposa, estime que es mejor dar la vuelta. Como en la vida real.

            El matrimonio se va adentrando en bosques terroríficos. Todos los bosques dan miedo, a mí al menos, y en éste, por el que King va adentrando a sus nuevos protagonistas, yo esperaba ver, al menos, a unos personajes como los que nos muestra James Dickey en Deliverance (1970), la mayor muestra de la brutalidad del ruralismo que yo haya tenido oportunidad de leer. Sin embargo, lo que el matrimonio descubre al final de su camino es un pueblo con trazas de limbo.

            Al entrar a pedir unas hamburguesas en el bar del lugar, descubren a una joven Janis Joplin atendiendo las mesas. Al punto, no tardan en advertir que todas las personas que les salen al paso son alguno de los intérpretes fallecidos de la edad de oro del rock. La misma fascinación que les causa distinguirles, es la que les impide abandonar el lugar.

 

            Ya por la noche, al asistir al prometedor concierto, que se imagina van a dar todos los finados, nuestro matrimonio descubre que el publico está integrado por muchos amantes del rock que, al igual que ellos -pero, desde hace muchos años-, cautivados por lo que promete ser una velada protagonizada por la fabulosa ensemble de los espectros del rock, no han podido abandonar el lugar. Lleva años así. Ese mismo destino -no poder abandonar nunca el lugar-, es el que les aguarda a los recién llegados. Creo que guarda alguna analogía con ese amor eterno -y su correspondiente fidelidad- que a muchos -a mí sin ir más lejos- les inspira el rock.

(continúa en el asiento de 29 de enero del 22)

Publicado el 8 de enero de 2022 a las 06:30.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD